“Nuestro reino no guarda remordimientos, siempre
hemos caminado por estos valles, son las tierras de nuestros ancestros, mi
madre vivió aquí…
Desde la punta del cerro Kampangkís, lugar donde
nos encontramos ahora,
irán hacia los pantanales de Yutupis. Allí
comerán frescas yerbas; todo tipo de caracoles, pues de esos lagos salen
suculentos minerales
Seguramente se encontrarán con mis primos los Aguarunas.
Tengan cuidado. Ellos buscan siempre lo suyo: armas y comida nada más
Si les persiguen con sus perros, juntándose
entre ustedes, asusten a sus animales
Los perros cuando en grupo, valientes se creen,
pero solitarios, son como los humanos…
Una vez de Yutupis, vayan hacia las cascadas,
allí donde los venados gustan tomar agua
Por allá están los Achuar, cerquita al Ecuador.
Son verdes campos, hermosas playas. Descansen bajo el sol, una vez alimentados.
Jueguen entre ustedes sin hacer mucha bulla, pues también los Achuar son buenos
cazadores…
Ya bajado el sol, emprendan la caminata. En Mayo
los peces suben a las cordilleras. Diríjanse hacia el sur, ahí donde las
montañas se confunden con el azul de las nubes
Por allá están los Huambisas, también cerquita
al Ecuador. Ellos son más tranquilos, pero no logren descuidarse, pues de
hombres hay que cuidarse, hasta en la cercanía…
Estando en Kupatás, el río de aguas turbias,
disfruten de la estancia. Es el lugar más calmado. Solo aves cantando están, junto
a las marismas
Naden hijitos míos, tienen que aprender a vivir.
Nada viene por sí solo, por más gratuito que sea…
Después de Kupatás, vayan a Candungos. Es una
comunidad tranquila, de nobles habitantes. Ahí cuando joven, muchas aventuras
tuve. Contarles más adelante podré, pues fueron largas travesías…
Estando allí nomás, visiten los aguajales ¡Qué
chontas y qué frutos! Eso sí, algún jaguar merodeando siempre está; tengan
también mucho cuidado. Tú que eres el mayor, debes cuidar a tus hermanitos.
Ellos hambrientos son, como tú cuando niño…
Una vez del aguajal, vayan a tomar masato.
Visiten las chacras de los vecinos, que también la yuca nos gusta. Eso sí, no
descuiden sus pasos; algún perro solitario merodea, de largos y puntiagudos
hocicos
No olviden pasar cerca de los guacharos, allá
por Quim o Ampam. Las cuevas son profundas, pero ahí cerca los frutos de los
shakées y los séngkush abundan. Embriáguense con su fermento. Unten sus pelajes
con sus aceites balsámicos: deben verse siempre fuertes, dispuestos a seguir
adelante
Cerca a la choza de mi tío Náwesh, en la
provincia de Castro, hay un gran bebedero; ha sido normalmente nuestro destino,
el destino de nuestra travesía
Según me contaron últimamente, extraños seres
habían invadido. Si ven que es imposible llegar, diríjanse hacia Katerpisa,
como volviendo hacia acá. De allí, un extenso y largo camino los conducirá a
Tsawantás, la catarata más alta descubierta por nuestros abuelos
Es inmenso, grande, imponente. Sus aguas parecen
voces que el sabio bosque deja escuchar a los verdaderos conocedores. Ahí mi
papá tomó el Ayahuasca. Ahí mi mamá, la abuela de ustedes, tomó el Tsag
también. Allí se hicieron Waímakus, allí se hicieron visionarios y habitaron
estos suelos, estas lluvias y estos vientos. Tú que eres el más grandecito,
alguna vez los conociste, no eran débiles...!
Tsawantás viene de amanecer; ustedes deben
pensar así en lo que vendrá. Por eso, si bien el bebedero está destruido,
recurran a las aguas del Tsawantás. Allá yo también me hice hombre. Tantos
hijos he tenido porque en ustedes creo; porque en ustedes la noche y el día
confió su continuidad; son mi sangre, los guardianes de estas tierras
Lleguen y reposen en Tsawantás. Invoquen a
Arutam si se sienten muy solos. Asen plátanos en los fuegos que deben armar y
pónganse a relajar sus músculos. No dejen que los más pequeños se pierdan. El
frío de la noche, sumado a la lluvia de estos tiempos, puede que los asuste.
Pero resistan, hijitos míos, que para eso los he traído al mundo. Yo pues viejo
me encuentro, adolorido por estos huesos. Ya caminar no puedo, solo
orientarlos…
Así pues, hijos míos, acuéstense ahora que
mañana un largo día los espera. Duerman…”