jueves, 31 de enero de 2013

El “toma y daca” de las empresas y los dirigentes indígenas: una relación insostenible



Al interior de las empresas involucradas con comunidades selváticas, es común escuchar una queja recurrente (una queja, que por cierto, se expresa a medias): “¿Hasta cuándo los dirigentes indígenas dejarán de pedirnos recursos a cambio de la permanencia y la sostenibilidad de nuestro proyecto? ¿Hasta cuándo dejarán de chantajearnos para permitirnos trabajar...?”

Existen diferentes casos donde cómo muchos líderes, valiéndose de ese poder, han usado esa cualidad para beneficios propios. En las elecciones pasadas, eran comunes las reuniones a escondidas con funcionarios de algunas empresas para poder concretar algún financiamiento. Este hecho, que no es exclusivo del universo nativo, manifiesta, no obstante, una nueva dimensión en dicho mundo y las organizaciones privadas.  Las razones para que las buenas iniciativas se estanquen, son por eso, no hay claridad; las empresas y tales individuos son los causantes de la insostenibilidad de la relación. 

Primero, la presencia de líderes mal formados conlleva a un daño profundo de las propias comunidades. El problema de los que dirigen instituciones indígenas o ex dirigentes, es que, aparte de no tener formación alguna, carecen de los fondos para sacar adelante sus organizaciones. Varias veces nos hemos encontrado con buenas personas que luego caen en el juego del “dame y te doy”, por la misma realidad de necesidad por las que atraviesan. El recurso que con mucho esfuerzo pueden conseguir termina luego o bajo sus almohadas o en las campañas excéntricas de “pan y circo” (que ellos dispensan) para entretener a las personas que se oponen a la actividad privada.

Segundo, una relación fundada en el chantaje no es, en ningún caso, razonable para toda empresa. Debemos aclarar aquí que, al igual que la comunidad, la institución de la empresa no es mala ni buena, sino que, son las personas, es decir, los que la dirigen, las que determinan los criterios y los grados de valor y apreciación. En este sentido, son los funcionarios de las empresas los que actúan mal al hacer caso a los líderes mal orientados. Buscando dar soluciones inmediatas a sus dificultades de relacionamiento, caen en el círculo vicioso del dirigente mal acostumbrado. Ambos se corrompen. Esto perjudica, por su puesto, a todos: a la mayoría de los integrantes de la comunidad y a los dueños de las empresas. En un panorama así, nada puede marchar bien. De modo que esos malos funcionarios y esos malos dirigentes deben ser expulsados, si es que queremos mirar hacia adelante. ¿Cómo hacerlo?

Posibles soluciones
En el caso de las comunidades:
1)      Las comunidades deben identificar a los buenos dirigentes y a los malos dirigentes para apostar por los buenos
2)      Las comunidades deben entender que los recursos que puedan entrar a sus organizaciones deben ser usados para bien de todos y, para eso, deben estar atentos y fiscalizar
3)      Las comunidades deben saber que toda empresa busca generar riqueza, y, en tanto así, ellas también deben solicitar la participación en dicha generación
4)      Las comunidades deben entender que, si desean beneficios de las empresas, deben dejarlas trabajar
5)      Las comunidades deben ver a las empresas como sus aliados para resolver los problemas actuales de necesidad por las que atraviesan y no como sus enemigos
En el caso de las empresas:
1)      Deben saber identificar a los malos dirigentes y apostar por los buenos. Siendo así, deben evaluar a sus funcionarios
2)      La empresa debe tener un compromiso claro de respeto a la cultura e idiosincrasia de los pueblos, y, en la medida de lo posible, ayudar a las comunidades a entender los nuevos problemas sociales, económicos y políticos que padecen
3)      La empresa debe procurar utilizar las mejores tecnologías con el fin de no contaminar y ocasionar trastornos ambientales que pongan en riesgo la vida de los indígenas
4)      La empresa debe dar participación en las utilidades a las comunidades, es decir, compensaciones directas, ya que el sistema de repartición del canon difícilmente llega a ellos
5)      La empresa debe tener un Plan de Desarrollo Integral (PDI) con las comunidades con las que trabaja. Dicho Plan debe abordar puntos como la Educación, la Salud, la Infraestructura, la Gobernabilidad y el acceso al Mercado. Esto lo puede hacer en alianza con el Estado.

      Una relación fundada en los compromisos mutuos, donde los buenos dirigentes, en representación de las comunidades, y los buenos funcionarios, en representación de las empresas, se exijan para cumplir acuerdos, a la luz de la transparencia y la honestidad, es crucial para generar riqueza y proporcionar oportunidades. Las conversaciones a puerta cerrada, cobijados por el interés y la codicia, afectan y desmoronan la confianza, pero, además, destruyen cualquier posibilidad de convivencia, tan necesaria en una sociedad como la nuestra.

13 Reglas para un diálogo productivo con los pueblos indígenas

 Entienda que son personas. Por lo tanto, tienen las mismas necesidades que Ud.   Entienda que el español es su segunda lengua. Por ende...