Al interior de las
empresas involucradas con comunidades selváticas, es común escuchar una queja
recurrente (una queja, que por cierto, se expresa a medias): “¿Hasta cuándo los
dirigentes indígenas dejarán de pedirnos recursos a cambio de la permanencia y
la sostenibilidad de nuestro proyecto? ¿Hasta cuándo dejarán de chantajearnos
para permitirnos trabajar...?”
Existen diferentes
casos donde cómo muchos líderes, valiéndose de ese poder, han usado esa
cualidad para beneficios propios. En las elecciones pasadas, eran comunes las
reuniones a escondidas con funcionarios de algunas empresas para poder
concretar algún financiamiento. Este hecho, que no es exclusivo del universo
nativo, manifiesta, no obstante, una nueva dimensión en dicho mundo y las
organizaciones privadas. Las razones para
que las buenas iniciativas se estanquen, son por eso, no hay claridad; las
empresas y tales individuos son los causantes de la insostenibilidad de la
relación.
Primero, la presencia
de líderes mal formados conlleva a un daño profundo de las propias comunidades.
El problema de los que dirigen instituciones indígenas o ex dirigentes, es que,
aparte de no tener formación alguna, carecen de los fondos para sacar adelante
sus organizaciones. Varias veces nos hemos encontrado con buenas personas que
luego caen en el juego del “dame y te doy”, por la misma realidad de necesidad
por las que atraviesan. El recurso que con mucho esfuerzo pueden conseguir
termina luego o bajo sus almohadas o en las campañas excéntricas de “pan y
circo” (que ellos dispensan) para entretener a las personas que se oponen a la
actividad privada.
Segundo, una relación
fundada en el chantaje no es, en ningún caso, razonable para toda empresa.
Debemos aclarar aquí que, al igual que la comunidad, la institución de la
empresa no es mala ni buena, sino que, son las personas, es decir, los que la
dirigen, las que determinan los criterios y los grados de valor y apreciación. En
este sentido, son los funcionarios de las empresas los que actúan mal al hacer
caso a los líderes mal orientados. Buscando dar soluciones inmediatas a sus
dificultades de relacionamiento, caen en el círculo vicioso del dirigente mal
acostumbrado. Ambos se corrompen. Esto perjudica, por su puesto, a todos: a la
mayoría de los integrantes de la comunidad y a los dueños de las empresas. En
un panorama así, nada puede marchar bien. De modo que esos malos funcionarios y esos
malos dirigentes deben ser expulsados, si es que queremos
mirar hacia adelante. ¿Cómo hacerlo?
Posibles
soluciones
En
el caso de las comunidades:
1)
Las comunidades deben identificar a los
buenos dirigentes y a los malos dirigentes para apostar por los buenos
2)
Las comunidades deben entender que los
recursos que puedan entrar a sus organizaciones deben ser usados para bien de
todos y, para eso, deben estar atentos y fiscalizar
3)
Las comunidades deben saber que toda
empresa busca generar riqueza, y, en tanto así, ellas también deben solicitar
la participación en dicha generación
4)
Las comunidades deben entender que, si
desean beneficios de las empresas, deben dejarlas trabajar
5)
Las comunidades deben ver a las empresas
como sus aliados para resolver los problemas actuales de necesidad por las que
atraviesan y no como sus enemigos
En el caso de las
empresas:
1)
Deben saber identificar a los malos
dirigentes y apostar por los buenos. Siendo así, deben evaluar a sus
funcionarios
2)
La empresa debe tener un compromiso
claro de respeto a la cultura e idiosincrasia de los pueblos, y, en la medida
de lo posible, ayudar a las comunidades a entender los nuevos problemas
sociales, económicos y políticos que padecen
3)
La empresa debe procurar utilizar las
mejores tecnologías con el fin de no contaminar y ocasionar trastornos
ambientales que pongan en riesgo la vida de los indígenas
4)
La empresa debe dar participación en las
utilidades a las comunidades, es decir, compensaciones directas, ya que el
sistema de repartición del canon difícilmente llega a ellos
5)
La empresa debe tener un Plan de
Desarrollo Integral (PDI) con las comunidades con las que trabaja. Dicho Plan
debe abordar puntos como la Educación, la Salud, la Infraestructura, la Gobernabilidad
y el acceso al Mercado. Esto lo puede hacer en alianza con el Estado.
Una relación fundada en
los compromisos mutuos, donde los buenos dirigentes, en representación de las
comunidades, y los buenos funcionarios, en representación de las empresas, se
exijan para cumplir acuerdos, a la luz de la transparencia y la honestidad, es
crucial para generar riqueza y proporcionar oportunidades. Las conversaciones a
puerta cerrada, cobijados por el interés y la codicia, afectan y desmoronan la
confianza, pero, además, destruyen cualquier posibilidad de convivencia, tan
necesaria en una sociedad como la nuestra.