Hay una frase que, en lo personal, resume todo el Programa del IBC del Centro Cultural Los Andes y el PAD-Escuela de Dirección de la Universidad de Piura: “El Perú es un país de muchas oportunidades porque existen muchas necesidades insatisfechas”.
Esta frase, que se la debemos a Miguel Ferré, nos ilustra de lo importante y fundamental que es “empezar a tener una nueva mirada” sobre los negocios, y el accionar de las empresas en nuestro país.
En la lexicografía clásica, los pobres son seres a los que no hay brindarles servicios, porque ellos no tienen la forma cómo poder solventarlos. Son dimensiones donde las necesidades abundan, precisamente por la ausencia de recursos y las capacidades. Si bien la pobreza no es un asunto netamente de ingresos, esta visión y postura responde a una estrecha comprensión sobre el rol de los empresarios en nuestro país, que no es otra cosa que, según lo visto a partir de los distintos casos dictados en el programa, ayudar a solucionar las necesidades de los ciudadanos, haciendo el bien y trayendo beneficios. ¿Qué significa, a ciencia cierta, todo esto?
Significa, en primer lugar, derrumbar el viejo discurso de afirmar que los pobres tienen muchas necesidades porque no tienen y no conocen la manera cómo poder satisfacerlas. Segundo, significa entender que la labor empresarial tiene que enfocarse a los distintos estratos sociales, donde ricos y pobres, conjugados, queramos o no, erigimos un mismo rostro nacional.
De hecho, el Perú es un país con altos índices de desigualdad, baja calidad educativa, densos problemas en la atención de la salud pública, alta conflictividad, etc.. No obstante, somos también un país alegre, de gente diversa, con una historia y cultura milenaria, y con gente que se esfuerza día a día para poder superarse. Esto nos ilustra de cuán trascendental es empezar a sentirnos como “partes de un todo”, donde todos nos necesitamos y que para salir adelante, tenemos que saber unirnos, tenemos que saber identificarnos, viendo en cada quien, oportunidades de integración donde el afecto sea posible así como las oportunidades de negocio, de negocios inclusivos que nos hagan partícipes de un proyecto común.
Un programa como IBC, dirigido a jóvenes universitarios, es una excelente oportunidad para ir hablando de estos temas, con el objetivo de comenzar a tener esa “una nueva mirada”. Tal como hemos podido apreciar, los diferentes profesores que han pasado por aquí nos han demostrado que esto sí es factible. Que las adversidades no tienen por qué sernos un freno, un obstáculo. Por eso, el desafío que nos espera, creo yo, a ustedes y a todos nosotros, es grande pero también esperanzador. Grande porque la realidad con la que nos confrontamos dice muchas veces todo lo contrario. Pero también esperanzador porque en la medida que somos jóvenes, podemos ganarle la batalla y ser luces en esas sombras que opacan nuestras miradas.
Por eso, antes de terminar, y agradecerles por darme la oportunidad, quisiera invitarlos a ese gran proceso. A ese gran proceso que implica un cambio de mentalidad para ser los portavoces de ese nuevo rostro, tan necesario y urgente. Necesario y urgente no solo al nivel del ámbito empresarial, sino también al nivel de las múltiples instituciones que conforman la sociedad civil y el país en su conjunto.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario