Al margen de las bajas entre policías y militares y el dolor que siembra a su paso, los verdaderos perdidos de Kepashiato son los más de cien matsiguengas que tienen que huir al bosque por temor a las balaceras y la mentalidad macabra de los narcoterroristas. ¿Hasta cuándo esta secta terrorífica tiene que hacer padecer a las comunidades y desmembrar nuestras instituciones así como jugar con la seguridad y los valores que nos aguardan?
Los responsables de este hecho son el Estado y el Sector privado. El Estado por no saber combatir con inteligencia este cáncer y el Sector privado por ser el foco de atracción para que los criminales sigan cometiendo sus fechorías a cambio de dinero y de recursos.
Para nosotros las cosas están claras. Sin embargo, está claro también que la evidencia no puede atarnos de pies y manos. Por eso, proponemos lo siguiente: ¿por qué no reforzar la institucionalidad indígena, dotándole de recursos y de capacidades a fin de que seamos también una pieza clave en la lucha contra el terror y la violencia?
Los wampís y awajún no solo combatieron en el conflicto del Cenepa en 1995. Ellos también le dijeron “No” al sembrío de la coca y la amapola. Esto se concretó cuando luego de una Asamblea General expulsaron a los capos de las drogas en toda la cuenca del Alto Marañón.
Ante esto, otra pregunta cae por su propio peso: si el Sector privado y el Estado sigue viendo a los nativos como “no contactados” y buscan “ayudarlos” dándoles migajas a raíz de sus operaciones, ¿lograrán que las comunidades cambien de perspectiva?
Es razonable pensar que las cosas no darán un giro si es que ellos no se esfuerzan en ver a los indígenas como aliados en la lucha contra el mal. Al Sector privado, y con esto quiero dirigirme específicamente a la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE): no piense Usted solamente en las empresas que conforman su gremio, piense en el país y contribuya no solo en traer ingresos a las arcas nacionales, contribuya sobre todo a que todos podamos sentirnos parte. No queremos migajas, queremos participación.
El Estado, por su parte, tiene que hacer que los recursos del canon lleguen directamente a las comunidades. Vea la forma cómo realizarlo rápidamente. No es posible que estando Camisea en un territorio ancestral del Pueblo Matsiguenga, los matsiguengas sean ni siquiera los últimos, sino los ausentes o los no existentes a la hora de repartir beneficios reales. El esquema de repartición tiene que cambiar, pues nuestras comunidades requieren de esos recursos para formar a nuestra gente, para tener garantía territorial, etc. Solo así podremos también sentirnos miembros de un proyecto común, de una sociedad que se esfuerza día a día para superar la lacra del olvido y el subdesarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario