lunes, 16 de julio de 2012

Indígenas y desarrollo con equidad: una alternativa en tiempos difíciles




La creación de espacios para la generación de la confianza, en la relación comunidades indígenas y empresas, no es suficiente a la hora de unir instituciones históricamente antagónicas. La razón principal para que muchos pueblos protesten en contra de la actividad privada es porque a ellos no les han dado las oportunidades que brinda el desarrollo con equidad.

Cada vez más los Pueblos Indígenas son conscientes de que no podrán sobrevivir si viven atascados en la experiencia oscura del pasado. Si actualmente aún persisten posiciones contrarias a la modernidad y la inversión es porque no hay otra forma de defenderse ante la visión clásica del desarrollo: aquella que solo extrae los recursos naturales, paga impuestos al Estado y al cabo de un tiempo desaparece dejando a su paso más y peor pobreza de la que anteriormente existía.

Ante esta realidad, una gran pregunta cae por su propio peso: ¿qué debería hacerse entonces para revertir esta situación?

Primero, habría que trabajar en la reforma de los actuales mecanismos para la repartición del canon. Resulta risible, por no decir absurdo, que varios proyectos petroleros y gasíferos, que se encuentran en territorio de los indígenas, que por cierto están ahí antes del surgimiento del Estado y de la propia empresa, no proporcionen compensaciones directas y razonables. La forma como actualmente está tipificada la repartición es que el canon le llega primero a los gobiernos regionales y luego a los gobiernos distritales. En la práctica, esta manera de dividir los beneficios ensancha la brecha entre los nativos y las empresas, ya que el dinero proporcionado se queda en los distritos y estos difícilmente tienen interés en ayudar a las comunidades y contribuir a su progreso.

Segundo, habría que evaluar si la reforma emprendida culminaría en el hecho de hacer que las comunidades se vuelvan accionistas o socios de las empresas creadas o por crear. Por lógica, nadie puede destruir aquello que es suyo. Si los Pueblos Indígenas empiezan a ver que los proyectos son también parte de ellos no tendrían por qué arrojarles lanzas y destruirlos. No sería así, sobre todo, porque se sentirían finalmente involucrados no solo en la toma de decisiones sobre la empresa en sí sino también en algo que es más importante que eso: se sentirían reconocidos como personas y de paso en ese nuevo ámbito de lucha que es el “reconocimiento económico”.

La posibilidad de una relación de este tipo conlleva necesariamente a que tanto los nativos como las empresas afectadas se conozcan realmente y laboren para lograr una propuesta conjunta. La propuesta conjunta deberá ser el resultado de un proceso que haya abordado varios aspectos como la educación de los indígenas, la reforma de las organizaciones internas y la renovación de sus líderes. En el caso de las empresas, supondrá, inequívocamente, el cambio de mentalidad y la puesta en marcha de una nueva estrategia para el éxito de los negocios; y, evidentemente, apostar por un desarrollo en el que todos puedan ganar. Esto ayudaría a mejorar los vínculos y calmar los ánimos sociales en el país.

13 Reglas para un diálogo productivo con los pueblos indígenas

 Entienda que son personas. Por lo tanto, tienen las mismas necesidades que Ud.   Entienda que el español es su segunda lengua. Por ende...