En
1980 un grupo de líderes indígenas, entre los que se encontraban Miqueas
Mishari (asháninka), Evaristo Nugkuag (awajún), y organizaciones de los pueblos awajún,
asháninka y amuesha, fundaron la Asociación Interétnica de Desarrollo de la
Selva Peruana-AIDESEP. El propósito de esta organización, de carácter nacional,
fue representar a los pueblos amazónicos ante el Estado y la sociedad en
materia de defensa de sus derechos. Los derechos que perseguían defender se
concentraban básicamente en los siguientes:
11) La
seguridad territorial: titular los territorios de las comunidades indígenas
ante la amenaza de invasiones y desalojos de gente foránea.
22) El
derecho a una educación bilingüe: una educación que ponga ante todo la particularidad
lingüística de los pueblos, sin negar la importancia de aprender e interactuar
con la cultura hispana o castellana.
33) El
derecho a la participación política como alcaldes, regidores, voceros o
“representantes” dentro del aparato del Estado, y ser así el nexo entre la
realidad indígena y el gobierno de turno, para proporcionar servicios que
mejoren la vida de los indígenas.
44) Así
mismo, su derecho a llevar a cabo proyectos de desarrollo sostenibles que
elevasen su calidad de vida, de acuerdo a sus culturas y tradiciones.
Han
pasado 35 años desde aquella gesta encabezada por los líderes y organizaciones
mencionadas. Actualmente, gran parte de esos derechos exigidos son una
realidad, sobre todo los relacionados a la seguridad territorial, a la educación
bilingüe intercultural y la participación política. Los alcances de dichos derechos
no son perfectos, pero son alcances al fin
y al cabo: la mayoría de las comunidades indígenas cuentan con títulos de
propiedad (por no decir la mayoría), muchos niños y niñas reciben una formación
bilingüe intercultural, y actualmente contamos con alcaldes, regidores y
representantes indígenas dentro de la estructura del Estado, incluso algún
congresista.
El logro
máximo de este proceso enfocado en derechos es la
aprobación de la Ley de Consulta Previa.
Por primera vez, el aparato del Estado, la instancia política que
gobierna a más de 30 millones de ciudadanos asume que consultará a los Pueblos
Indígenas respecto a medidas que puedan afectarlos, es decir, hará
valer su derecho a poder emitir una opinión: una minoría étnica que no supera
los 334 mil habitantes, según los últimos registros. Dicha minoría será escuchada por primera vez y las decisiones que tomen serán analizadas. Algo que
no sucedía desde inicios de la República. Al nivel conceptual, la aprobación de
la Ley de Consulta Previa es algo revolucionario en una sociedad que ha vivido
a espaldas de su verdad étnica, creyéndose homogénea y monolingüe; esto conlleva necesariamente a
un cambio de mentalidad o al hecho de comenzar a tener una perspectiva distinta que, como tal, tomará su propio tiempo para madurar, no estando libre de conflictos.
¿Pero cuáles son las grandes preguntas de nuestro
tiempo productos de la globalización y las transformaciones internas que eso
conlleva?
Los
logros alcanzados por los primeros líderes junto a la Asociación Interétnica de
Desarrollo de la Selva Peruana-AIDESEP y las organizaciones de base, así como
por otras organizaciones indígenas como la Confederación de Nacionalidades
Amazónicas del Perú-CONAP, si bien contribuyen a tomar decisiones importantes en la
relación con el Estado y procuran ser los canales de representación de los indígenas, no son suficientes a la hora de confrontarnos con la
realidad actual. Hoy en día existen nuevas dificultades que aquejan a las
comunidades y el enfoque que se les da no ayuda a llegar a una solución
razonable. ¿Cuáles son esos problemas?
Desde
nuestro punto de vista, las dificultades de nuestro tiempo pasan por cinco
ejes. Cinco ejes que deben ser debidamente discutidos y son los siguientes: 1)
La importancia de una educación basada en la tecnología y enfocada en los
negocios, 2) La salud ante las nuevas enfermedades, 3) El problema de la
infraestructura para hacer más fácil y equitativo el comercio local; 4) La
necesidad de abrir fuentes de empleo para dar trabajo a la nueva generación y
la 5) trascendencia de la reforma institucional.
Uno
de los apuros por la que atraviesan las comunidades es la falta de cuadros
humanos formados en el mundo de las empresas. Esta ausencia es preocupante
porque no se cuenta con interlocutores válidos para hablar con el sector
privado en igualdad de condiciones. Además, la importancia de tener personas
educadas en estos campos será crucial para crear y administrar debidamente los
emprendimientos locales. Si bien los indígenas gozan de representantes, la
necesidad de ese diálogo equitativo con el sector privado no les compete a
ellos. El diálogo empresa-comunidad solicita que los Pueblos Originarios
cuenten con profesionales capacitados en el mundo de las empresas, y no
existen. Es por eso que urge atender esta realidad, con el fin de
equiparar las oportunidades.
Los
males tales como la depresión, el
suicidio, los paros cardíacos y los derrames cerebrales azotan a los pueblos. Males
que aparentemente no conocíamos. Hace unos meses salió un estudio hecho por
UNICEF sobre sus causas entre las mujeres awajún del río Cenepa, en
Condorcanqui, jóvenes guaraníes de Brasil y miembros de la tribu
Emberá de Colombia. Las conclusiones de tal estudio revelaban que la causa
se debía a la discriminación y a la alteración vertiginosa de su entorno.
Así mismo a la “(…) desproporcionada presencia de los niños indígenas a las
peores formas de trabajo infantil, el desplazamiento forzado y la migración, el
fracaso escolar, la violencia y otros desarreglos…”. A esta realidad moderna,
se le suma el problema del VIH-SIDA. La falta de información sobre el mal, así
como la escasa presencia de instrumentos tecnológicos para controlarlo han
hecho que cientos de jóvenes se hallen imposibilitados de soñar con libertad.
Los medios de comunicación han revelado cómo esta enfermedad está afectando
severamente a los awajún y a otros sectores sociales de nuestra selva.
En lo
relacionado a la infraestructura, las comunidades siembran cacao, camu camu,
sacha inchi, café, yuca, plátano. Pero el precio que les pagan es mínimo mientras
que los esfuerzos que hacen para producirlos son gigantescos. El desarrollo
de las vías terrestres y fluviales facilitará el comercio y las
comunicaciones basadas en la telefonía y la internet permitirán interconectar a
las familias. Una apuesta por la producción comercial, pequeña o
mediana, no podrá llevarse a cabo con normalidad si no se considera el
desenvolvimiento de estos aspectos. Por eso, si bien hay espacios geográficos
que deben ser intangibles para el beneficio exclusivo de los pueblos, debemos
apostar por abrir caminos y trochas para que el diálogo Indígenas-Occidente sea
oportuno. Nuestros productos no pueden ser competitivos cuando son explotados de
la forma más primaria.
La
falta de empleo es el motor principal para la migración de miles de jóvenes. Al
encontrarse en condiciones no formadas para la labor que puedan desempeñar en
la ciudad, el sueldo que reciben es de lo más bajo. No se respetan sus derechos
laborales y en ocasiones son sometidos a una vida de semi esclavitud. Es
común tener datos de jóvenes indígenas que se dedican a la prostitución, al
tráfico ilícito de drogas e incluso al sicariato y otros males. Esto debe ser
de atención profunda de los líderes, debido a que se compromete el futuro: son
los jóvenes los que deben continuar el “hecho de ser indígenas” y tal como
vamos parece que el destino que nos espera no es prometedor. Teniendo en cuenta
estas verdades, ¿no es deseable que ellos, los jóvenes, puedan encontrar una
oportunidad laboral allí donde nacieron? ¿No es acaso algo que les corresponde
también, por derecho? Siendo así las cosas, la pregunta que debemos hacernos
todos aquí, es: ¿Será factible crear alguna estrategia para generar
empleo in situ, es decir,
en el lugar donde nacieron y vivieron desde siempre?
Respecto
a la necesidad de la reforma institucional, es claro que el sistema actual de
representación nacional no es viable. A la luz de las nuevas circunstancias,
primero, hay que renovar los estatutos de AIDESEP y de CONAP, para que por
medio del voto directo, sean todos los comuneros y la población, y no solo los presidentes de las
organizaciones locales y regionales, los que elijan a las autoridades. El
esquema actual conlleva a la nula representatividad. Para lograr un puesto, con
los estatutos actuales, los dirigentes están presos de los intereses personales,
a la compra de votos, a la estafa y a la corrupción. Lo peor de todo es que los
asesores, que no son indígenas, controlan
a los dirigentes; solo obedecen a lo que ellos dicen: amos y señores de las
organizaciones nacionales. Todos sabemos el resultado del esquema en el que
vivimos: instituciones cada vez más decadentes, líderes sin liderazgo, y, en
consecuencia, desesperanza entre sus habitantes.
Segundo,
una vez que se cambien los estatutos, debemos promover nuevos cuadros
dirigenciales, dando espacio a jóvenes que tengan una experiencia dual del
mundo. La sociedad actual obliga a las personas y a los ciudadanos abrirse al
globo, a mirar más allá de nuestros bosques. No es suficiente con ser indígena,
nativo u originario; la originalidad exige la “dialogabilidad”: el intercambio
de perspectivas y el enriquecimiento intelectual.
Hoy
en día contamos con líderes que no superan los 35 años y que pueden encabezar
procesos de representación. Una muestra de ello son los cerca de 14 líderes emergentes
que la Central Asháninka del Río Ene-CARE, una federación asháninka del Dto. de
Junín, acaba de formar en alianza con la Pontificia Universidad Católica del
Perú-PUCP y donde tuvimos el privilegio de dirigir unas palabras en su clausura.
Sus perspectivas de la vida y de la realidad, podemos afirmarlo, habían cambiado.
Esos cambios, sobre la base de la identidad local, se hallaban mejor preparados
para navegar por el mundo. Es hacia este tipo de liderazgos por los que hay que
comenzar a confiar.
Conclusiones:
11) Los
logros de los primeros líderes indígenas son importantes, porque trazaron una
línea de acción. Pero dada las nuevas circunstancias, es trascendental dar
enfoques sobre la base de los problemas recientes que nos agobian.
22) Los
nuevos enfoques pasan por los puntos arriba mencionados, y eso solo es posible concretarlos
con nuevos cuadros dirigenciales, analizando la realidad que nos ha tocado hoy:
una realidad que en muchos casos es deprimente, pero que en el fondo exige una
respuesta de todos nosotros, con planes específicos de trabajo.
33) Los
nuevos cuadros dirigenciales no podrán liderar estos procesos si las
organizaciones regionales y nacionales no modifican sus reglas internas de
gobierno. Algo que no hay que esperar que lo hagan los actuales representantes,
que carecen de autoridad, sino los líderes emergentes, junto a la población y
los que aspiran a los cambios. Una vez que se dé eso, se debe dar apertura a un
nuevo tipo de representación, luego de un verdadero sinceramiento.